domingo, 18 de diciembre de 2011

La vida detrás del velo ( retrato de un exilio) parte 2



Entonces me encontraba yo a punto de partir ( pues a algún lado había que irse )y dispuesto a vivir mi último verano como habitante fijo de mi pueblo. Ni la más terrible de las fortunas podía haber ideado algo tan terrible como lo que me pasó : me enamoré.Antes de partir me enamoré de un pibe que iba a una pileta municipal. Al principio fue algo fugaz, un " mira que lindo chico ", pero a medida que pasaban los días y lo seguía observando mi obsesión iba en aumento. Yo estaba finalizando una etapa y él recién la estaba empezando a vivir ( tenia 3 años menos que yo ), es decir, no teníamos nada en común, ni amigos, ni nada.Con más tiempo, tal vez, pero mis días estaban contados y no lo podía soportar.
Decidimos ( hablando con mis padres ) que iba a seguir estudiando en Córdoba.Acá, una vez más, tomé una decisión que, creo, me perjudicó, pero que no me arrepiento tanto de haberla tomado : me iba a vivir con un grupo de " amigos " ( dos amigos y un conocido ).
Me encontraba entonces en un mar de mundos nuevos que me presentaban todo tipo de complicaciones : dejar mi pueblo,convivir con tres amigos, no tener a mis viejos...en fin, eran muchos problemas, pero que quedaban a la sombra del problema de mi nuevo " mundo amoroso ". Era mas o menos como cuando te duele una muela y te pellizcas la mano para olvidarte de ese dolor. Los otros dolores no eran tanto como ese, y en ese estado febril del que extraña y no sabe como hacer, procuraba adaptarme a lo que se me presentaba.
Con el tiempo, mi ya mencionado problema de seguir sosteniendo la mentira de la heterosexualidad se hacía mas profundo. Ya no eran compañeros de escuela, sino que vivían conmigo. Mi astucia dio un paso mas peligroso, y separó dos mundos : el mundo de la universidad y el mundo " de mi pueblo " ( los chicos con los que vivía y los otros que fueron también hacia Córdoba ).De esa forma, mentía en un lugar,y no había forma de comprobar si era verdad o mentira. El único mundo que era conflictivo por el momento era mi interior.
Si bien había estado y estaba aún enamorado, permanecían en mi las dudas sobre si era efectivamente gay, o bi o hetero. Entonces, fiel a mi patología de tomar malas decisiones, decidí ir a comprobarlo, yendo a un prostíbulo.
Recuerdo que fue en invierno. Hacía muchísimo frío y yo estaba dando vueltas alrededor de la puerta sin animarme a tocar el timbre.Tomé coraje y apoyé mi dedo sobre el botón, a la espera de que me atendieran. La puerta la abrió un poco una vieja. Me miró, y me hizo entrar. Era una sala oscura con unos sillones viejos, en los cuales había dos hombre sentados, charlando entre ellos, que prácticamente no notaron mi presencia.La vieja me miró de arriba abajo y, queriendo amedrentarme, me preguntó la edad.Se lo dije y me pidió la plata, cincuenta pesos. Le pagué y se metió adentro de una habitación claramente más pequeña.A continuación salieron ,como desfilando, entre siete y diez mujeres, las cuales me fueron saludando una por una, mientras regresaban a su buhardilla.La vieja me preguntó a cual quería,una vez más con su tono ofensivo porque podía ver que yo estaba helado, y que, más que una chica quería una leche chocolatada de mi vieja. Sin embargo yo, a sabiendas que no iba a tener de vuelta mi dinero, elegí a cualquiera, que salió al rato y nos fuimos para arriba.
No tenía idea de cómo ni qué iba a hacer. Le pedí antes de entrar a la habitación si podía pasar al baño. Ahí me hice un rato la paja para despertar a la pija. Después, en la habitación, me dijo que me ponga cómodo. Me saqué la ropa hasta quedar en slip.
Ella se acerco, queriendo besarme, pero yo no quería. Le dije que me bese abajo, y me tiro en la cama, me sacó el slip y me empezó a hacer sexo oral ( desconozco en que momento se me paró la pija ).
Luego de un rato, subió, y comenzó el sexo de verdad. Al principio no estaba mal, pero luego de un rato comencé a pensar cuanto tiempo había pasado, si era lo normal o no. Entonces me concentré, aumenté la velocidad de mis movimientos y llegué al orgasmo, sin ninguna sensación especial.
Tan desconcertado estaba, que prácticamente salí corriendo y volví a mi casa.
Esa es la historia de cómo perdí mi virginidad.
En verdad, no tiene mucho que ver con mi exilio, ni con nada de lo que pasó después, pero sentía ganas de detenerme un poco ahí. Aunque triste, me parece un poco pintoresca.
Bueno, continúa en la parte 3.

4 comentarios:

  1. Se ve q pensabas poco en vos. En q corno pensabas? Por que desde q te diste cuenta q te gustaban los chicos hasta q te tuviste sexo con uno pasó mucho tiempo!
    Y en el medio q? Escondiste la cabeza? Mon dieu!

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  2. No se hasta que punto fue una mala decicion... yo diria que solamente fue una decicion lo bueno o lo malo lo dejamos de lado, si la experiencia te sirvio no hay porque arrepentirse.
    Y sobre eso q dijiste de seguir manteniendo la mentira de tu heterosexualidad... acaso hay algo que te diferencie entre ser heterosexal u homosexual aparte de q te gusten los hombres? ser como uno es, no es sostener una mentira...es simplemente vivir sin prejuicios hacia uno mismo. Podemos parecer heteros y que al final lleguemos a casa y entre las sabanas se encuentre el hombre de nuestras vidas.
    beso enorme!

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  3. Joe : no es que haga diferencias. Es simplemente el hecho de mentir.En ese momento los prejuicios hacia mi mismo estaban y no podía vivir en paz por eso. Pero, obviamente también estaba mi naturaleza, mi sangre que tiraba hacia otro lado...

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